Por: Iram Martínez
El 27 de enero se llevó a cabo una marcha contra la gentrificación en la capital de Oaxaca dejando como saldo 6 activistas y defensores de los Derechos Humanos detenidos, mismos que ya fueron liberados debido a la presión ejercida por las protestas de la población civil.
El gobernador de la entidad Salomón Jara Cruz señaló que la marcha era racista ya que fomentaba el odio a los turistas y extranjeros, incluso comparó a los asistentes con Hitler.
"La lucha racista es repudiable. Ahí tenemos el ejemplo de Hitler, que creyó que era de una raza superior, yo no sé si estos jóvenes son de una raza superior, pero en Oaxaca no hay razas superiores”
Pero ¿rechazar la gentrificación es lo mismo que rechazar el turismo? Pues no, ya que de acuerdo con el geógrafo Luis Alberto Salinas Arreortua, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM “La gentrificación es un proceso de reestructuración de relaciones sociales en el espacio. Hace referencia a que distintos sectores de la población con mayor capacidad económica se apropian de espacios urbanos que presentan ciertas cualidades que son muy buscadas por el capital inmobiliario”.
Esto genera modificaciones en las colonias como remodelación de viviendas, construcción de edificios con precios elevados inaccesibles para las personas originalmente residentes y el aumento de los costos a los servicios básicos.
Debido a estos cambios, las personas son desplazadas a las periferias de las ciudades enfrentando problemas con el transporte, suministro de agua y electricidad, inseguridad y nulo acceso a actividades culturales.
Así que no, la marcha contra la gentrificación no promueve el odio, al contrario, busca una regulación a las inmobiliarias y aplicaciones de hospedaje para detener el alza de precios y el desplazamiento de la gente oriunda de las colonias y ciudades.
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